domingo, 1 de mayo de 2011

Sabato y Estudiantes, una pasión tan fuerte como la literatura

 

por Maximiliano Kronenberg desde
El notable escritor era un apasionado del fútbol y de Estudiantes, club del que era confeso hincha y donde también hizo las inferiores. El fútbol argentino le rinde un sentido homenaje al emblemático novelista argentino, fallecido ayer a los 99 años en su casa de Santos Lugares.
Sabato Pincha
Ernesto Sabato: pintor, escritor y pincharrata de corazón.
No sólo Ernesto Sabato destinó casi toda su vida a la gran pasión que le despertaban la pintura y la literatura. Curiosamente, el formidable escritor y ensayista argentino, que a los 99 años pasó a la inmortalidad en este triste sábado y último día de abril, conservaba un fanatismo realmente llamativo en el mundo de la cultura que jamás ocultó: el fútbol, o mejor dicho, Estudiantes de La Plata.
Su amor por el Pincharrata despertó cuando aquel Sabato adolescente había llegado a la Ciudad de las Diagonales para cumplir sus estudios secundarios y más tarde realizar la carrera de Física en la Universidad Nacional de la Plata.
Y eso no es todo, sino que además hizo las divisiones inferiores en Estudiantes, club que desde ese momento quedó impregnado en su corazón.
Sabato reconocía que como jugador (era back derecho) era bueno, pero tenía ciertas limitaciones para llegar a Primera División, un hecho que jamás lo mortificó. El fútbol despertaba todo tipo de admiración en este notable y querido escritor.
“No era un virtuoso, hay que aclararlo y aceptarlo, pero iba y volvía y no daba pelota por perdida”, había explicado el mismísimo Ernesto sobre su experiencia con la pelota en las divisiones juveniles de Estudiantes.
Incluso, este ícono de la literatura argentina alimentaba su pasión cada vez que acudía al viejo y emblemático estadio de las calles 1 y 57 (hoy en proceso de reconstrucción) para alentar a su querido Estudiantes.
Don Ernesto era un fiel seguidor pincharrata desde los inicios del profesionalismo. Tenía como devoción ir a ver a “Los Profesores”, aquel formidable equipo de la década del 30 compuesto por una delantera de lujo: Miguel Ángel Lauri, Alejandro Scopelli, Alberto Zozaya, Manuel Nolo Ferreira y Ernesto Guaita.
En la década del ’40 disfrutaba de los goles de Manuel Pellegrina y también de las jugadas de Héctor Antonio y Juan José Negri, pero tenía especial devoción por Ricardo Infante, uno de los mejores jugadores del club y segundo máximo goleador en la historia de Estudiantes, integrante de la Selección Argentina y  creador de “la rabona”.
Futbol + libros = cultura popular
A diferencia del genial Jorge Luis Borges, la vida de Sabato transcurría entre libros, ensayos y por qué no el fútbol, un deporte jamás comprendido por su ex amigo y colega.
Debido a su pasado como jugador y más allá de las limitaciones que el escritor solía reconocer con la Nº5, Sabato sabía interpretar la destreza de las piernas con la pelota como una obra de arte. Por eso, encontró una interesante conexión entre la literatura, la cultura popular y el fútbol, aspectos que incorporó como esencia vital a su filosofía de vida.
“¿Ustedes se creen que soy un tipo metido en una biblioteca? En un deporte tan rápido como el futbol se necesita mucha inspiración, se cree que el futbolista es un bruto, y no es así. Se necesita imaginación, poder de concentración y sobre todo creatividad”, señalaba el escritor-futbolista, en 1994.
Sabato recordaba aquellos momentos memorables que vivió en diferentes épocas de Estudiantes, desde “Los Profesores” pasando por el triste descenso a Primera B (1953), la gran conquista de las tres copas Libertadores en forma consecutiva (1968-69-70), los campeonatos logrados en la década del 80 (Nacional ‘82 y Metro ‘83) y sobre todo, la inolvidable Copa Intercontinental con el equipo de Zubeldía, una verdadera hazaña frente al Manchester United (1968).
Ya entrado en edad, el novelista de Santos Lugares no dejaba de ir a la cancha para manifestarle todo su amor a Estudiantes. Su presencia jamás pasaba desapercibida: siempre estuvo acompañada por un aplauso generalizado de los hinchas a modo de homenaje.
Precisamente fue en el año 2005, cuando Estudiantes festejaba su centenario, que el escritor fue invitado por la dirigencia para rendirle tributo. Sabato fue agasajado con una camiseta que tenía la inscripción de su apellido acompañada con el número 10 en la espalda, tal como ilustra la foto de esta nota.
Cuentan los testigos de aquel acontecimiento que la ovación no se la llevó el equipo que dirigía Mostaza Merlo sino que todos los honores fueron para Sabato, el notable escritor, pintor y futbolista, que además entregó su existencia en su lucha por la verdad, por los derechos humanos y por encontrar con vida a los desaparecidos de la dictadura.
Para esta fecha se realizará un minuto de silencio en todas las canchas en memoria a don Ernesto Sabato, un verdadero símbolo de la sencillez, ícono de la literatura argentina y gran amante del fútbol.
Anoche, el estadio Único de La Plata se estremeció en un sentido homenaje hacia uno de sus hinchas más aclamados, cuya idolatría por su magnífica obra no distingue los colores en ninguna cancha de  la Argentina, sino que despierta todo tipo de pasiones y respeto por su semejante grandeza.

El día que Sabato fue "canalla"

 Una de las últimas apariciones públicas de Ernesto Sabato se produjo en noviembre de 2004, cuando asistió al Congreso Internacional de la Lengua en Rosario. En esa oportunidad fue homenajeado por los jugadores del club Rosario Central, por el que declaraba una simpatía paralela a su fervor por Estudiantes de la Plata.
En el tributo al autor de "El túnel" participaron el también desaparecido y popular escritor y humorista Roberto Fontanarrosa -confeso hincha del “canalla”- junto al entonces entrenador del equipo, Ángel Tulio Zof, los integrantes del plantel y dirigentes del club, quienes le obsequiaron una camiseta con el número 10 y un cuadro del líder revolucionario Ernesto "Che" Guevara.
El homenaje se realizó el 18 de noviembre de 2004 en plena cancha de Rosario Central. Sobre el mismo césped estacionó esa tarde un Volvo gris de vidrios polarizados del que bajó Sabato acompañado de su colaboradora, Elvira Gónzález Fraga.
"Qué lindo que está esto", aseguró Sabato mientras miraba hacia las tribunas. Enseguida, empezaron los abrazos: primero con el presidente del club, Pablo Scarabino; después con el escritor Roberto Fontanarrosa -convocado especialmente para la ocasión en su triple condición de escritor, amante del fútbol e hincha "canalla"- y más tarde con Zof.
"Yo jugué al fútbol en Estudiantes de la Plata, pero de esto hace ya mucho, mucho tiempo, en otro época, seguro que venía y terminaba pateando penales", imaginó el escritor, célebre hincha pincharrata.
"Es increíble: me invitaron a la cancha de Central pero no para ver fútbol sino para estar con Sábato –dijo ese día entre risas Fontanarrosa-. Tengo que agradecerle a don Ernesto que haya demostrado su simpatía por Central. Su elección confirma una tendencia de los artistas a inclinarse por este club", remató.

EL NADAISMO Y SU IRREVERENCIA

En ese viaje; ondeando la nada, rompiendo esquemas, derribando ídolos, navegando por el filo de la vida, así el abismo los atropelle. Pe...