OJO DE MÚRCIELAGO: Para Tomàs Todo, y por supuesto para TODOS los que buscan dentro de sì mismos el todo...

Las estelas descoloridas cantan con entonaciones de cigarras a través de la boca de sus huellas, la historia difuminada de esos pasos ingrávidos, leves y teñidos algunas veces con la carga de la densidad. Cantan la historia invisible de esos pasos afligidos sobre la filosa búsqueda. Cantan la historia de esos pasos torbellinos sobre la dura búsqueda.
Y se hace más dura a cada paso. La búsqueda, se hace dura como una negra piedra de diamante. Ese diamante brillante como un pantano empantanado, esa tenebrosa y dura piedra esconde debajo de sus transparentes pliegues, terribles y oscuros secretos alados que, lanzan en sus gráciles juegos, esquirlas moldeadas bajo la llama galopante, nacida de un fuego superior al robado por Prometeo.
Y los secretos juguetones disparan dardos hacia los ojos. Esos observadores del sendero hecho de estelas cantarinas. Pero en el ojo incauto y fausto, en el ojo de murciélago, las esquirlas le hieren, le laceran, y a pesar de estar fatigado de las sombras, es temeroso del Sol. El ojo en su miedo se vuelve tembloroso, llorón, huidizo y se arrincona detrás de unas gafas sombrías, para protegerse de aquel Sol que brinca permanentemente como rana, y con presura, amoroso, desmedido, diligente y sin descanso, tanto en el estanque turbio del día, tanto en el estanque transparente de la noche, compartiendo su tenebrosa claridad. Las huellas de esos ojos de murciélago entonan las canciones más tristes, llevan el ritmo del lamento, el tono ronco del fracaso...

Centella de la Compostella.