jueves, 4 de junio de 2009

“DE LA MUSICA INTERIOR – AL TODOÍSMO”

Arango y Caicedo; contemporáneas vidas inspiradas en una angustia existencial que permitió un vuelco total en la historia de la literatura Colombiana.

Caicedo…

Andrés Caicedo; quien marcó la rebeldía adolescente y el despiporre de su época (que entre otras cosas no difiere mucho de esta) en cuanto al desorden, el individualismo, el uniformismo de la moda que lleva a proclamar una originalidad compartida, ese ruido electrónico sin letra ni mensaje que llamamos música y la persistente búsqueda de sentido.

… consiguió un puntaje altísimo en el icfes, pero no quiso ingresar a la universidad; su inquietud estaba en el ejercicio de escribir.

Quienes lo conocieron afirman que su personalidad era muy variable; cosa que él mismo promulgó en “Que viva la música” así;

“Tú, no te detengas ante ningún reto y no pases a formar parte de ningún gremio, que nunca te puedan definir ni encasillar. Que nadie sepa tu nombre y que nadie amparo te dé.”[1]

… Conseguir la excelencia con sus propios medios, sin que nadie intervenga (incluyendo al Absoluto); pasar desapercibido por la vida, sin la preocupación de dejar huella, pero utilizando la psicología inversa; -dejando huella- “sin querer”. Aprovechar esa milésima de segundo que hipotéticamente llamamos presente.

Aclaro; El pasado ya no existe, no es, se fue y no volverá. El futuro aun no existe, no ha sucedido y por ello es intrascendente. El presente entonces es un constante dejar de ser y de existir (pasado), con tendencia al ser y al próximo existir (futuro); luego lo que conocemos como presente es menos que una fracción de segundo.

Por su comportamiento podríamos interpretar que él tenía esto muy claro; vivía acelerado, fragmentando su tiempo entre el “Cine Club de Cali” del cual fue su fundador, el periódico “Ojo al Cine” que dirigió algún tiempo, sus obras escandalosas de “teatro” por las que fue expulsado de varios colegios, los Rolling Stones, Richie Rey y su adicción a los libros.

Viviendo el saudade, Andrés Caicedo experimentó todo, encaminando su rebeldía (sin justificación) hacia su entorno burgués de familia, colegios bien, adolescentes que tienen “todo” y amores pasajeros. Siempre se negó a ser adulto; no quería pasar de los 26 años pues, según Guillermo Lemus (amigo de infancia y droga de Andrés) Andrés decía que si se puede vivir intensamente 25 años, es mas que suficiente.

“No accedas a los tejemanejes de la celebridad. Si dejas obra, muere tranquilo, confiando en unos pocos buenos amigos. Nunca permitas que te vuelvan persona mayor, hombre respetable; nunca dejes de ser niño, aunque tengas los ojos en la nuca y se te empiecen a caer los dientes”.[2]


Esta rebeldía materializada en el desenfreno adolescente lo llevó a empeñarse contra todo incluyéndose a sí mismo.

“Tus padres te tuvieron. Que tus padres te alimenten siempre, y págales con mala moneda. ¿A mi que? Jamás ahorres. Nunca te vuelvas una persona seria. Haz de la irreflexión y de la contradicción tu norma de conducta… Aprende a no perder la vista, a no sucumbir ante la miopía del que vive en la ciudad…”[3]

A pesar de mi ceguera puedo decir “irónicamente” que alcanzo a ver un desconsuelo por lo que Milán Kundera llama “la insoportable levedad del ser”. Andrés sintió esa angustia que carcome el alma y buscando una salida desencadenó un activismo compulsivo; una tremenda búsqueda de sentido o como su ‘propio padre’ dice hablando de uno de los cuentos de Andrés llamado “el ideal”.

“… y este cueto que es fantástico finaliza con la siguiente expresión…-ideal, ¿por que no viniste en mi ayuda?-… allí entendí que Andrés era un hombre angustiado.” (Especial de SEÑAL COLOMBIA)





Arango…

Por otro lado, encuentro en Gonzalo Arango –el profeta- exactamente la misma búsqueda de sentido; quien luego de perder la fe en el Estado y las instituciones -incluyendo La Iglesia- vivió dos años en el campo donde escribió su primer libro; “Después del Hombre”. En esta época, Gonzalo no había leído mucho y se dice que este libro no es muy bueno. En varias biografías e incluso en el especial realizado por Señal Colombia comentan que “Después del Hombre” fue quemado por el mismo Gonzalo en la fogata de inauguración del Nadaísmo; no obstante, Eduardo Escobar me comentó por correo electrónico, que este libro no fue quemado, existe y está publicado bajo la tutoría de Juan Carlos Vélez (coterráneo de Gonzalo).

Esta primera época de Gonzalo es, a mi criterio, muy similar a la de Andrés Caicedo; encontramos una literatura sencilla, con poca elaboración y rigurosidad gramatical en la descripción de los hechos, pero esto les da un encanto especial, pues al no detallar estrictamente los eventos, es necesario que en una sola página ocurran muchas cosas. En el caso de Gonzalo, este primer libro muestra ese ovillo mental que lo embarga.

Arango se retiro de la Universidad de Antioquia donde estudiaba Derecho; rotulando a todas las universidades como “Maquinas, manufactureras de crear idiotas”. Maquinas, por que producían profesionales en serie y no en serio. Manufactureras, por que cada uno se sentía único y el mejor; el que sí ejercería observando estrictamente la Ética Profesional. Idiotas, por que hipotecarían sus conciencias ante un jefe, una empresa o un Estado por un sueldo fijo en pos de su diario sustento.

El profeta que puso “manos arriba al país entero con la pistola de la poesía” (según Jota Mario Arbeláez); fue presentado por Fernando González Ochoa como “el hombre que fue capaz de desnudarse ante el país”. Y este termino –desnudarse- es sinónimo de honestidad, autenticidad y coherencia.

“…La salvaje esperanza.



...Nos tratan de ignorantes y subdesarrollados por que nos destruyeron.
Arrasaron las raíces y los frutos de la cultura de América (el dorado en sabiduría), y nos negamos a vivir con la cultura del asesino:
La razón y el fusil.
Fundieron nuestros dioses en monedas de oro. Nuestros templos los convirtieron en bancos.
Nuestros palacios en burdeles del poder tirano.
¡Monstruosa iniquidad!
Los blancos dominadores forjaron las cadenas:
Silenciaron nuestros cantos cósmicos y condenaron al fuego del olvido la deidad que custodiaba el destino y guiaba nuestros pasos por el astro:
¡La esperanza!
En su avasallamiento nos secaron las fuentes de la tradición y la trascendencia,
Y nos forzaron a sangre y fuego a la deserción de nuestro ser.
Mutilaron nuestros sueños.
Cuando aullamos de sed se nos dio de beber en los cantaros secos del código penal y el evangelio romano:
El saqueo de los vándalos del alma, la feroz inquisición, teología de bárbaros.
Éramos reyes y nos volvieron esclavos.
Éramos hijos del sol y nos consolaron con medallas de lata.
Éramos poetas y nos pusieron a rezar oraciones pordioseras.
¡Éramos felices y nos civilizaron!
¿Quién refrescara la memoria de la tribu?
¿Quién revivirá nuestros dioses?
Que la salvaje esperanza siempre sea tuya, querida alma inamansable”…[4].

-Esta es la estampa del Gonzalo revolucionario y no rebelde-.

…Al relacionarme mediante correos electrónicos con Eduardo Escobar, Juan Carlos Vélez y Jota Mario Arbeláez, (amigos y discípulos de Gonzalo Arango) he encontrado dos interpretaciones de la segunda parte de la vida de Gonzalo; lo que la gente no conoce.

Mientras algunos “Nadaístas” continúan viviendo de la Obra de Gonzalo, explotando (un seudo-nadaísmo amañado) esa parte anárquica de la vida de este personaje y diciendo que en el momento en que Gonzalo se enamoró de Angelita perdió todo tinte ateo y por ende su esencia, encuentro otros amigos del profeta, que no lo tacharon de traidor ni de dejarlos colgados de la brocha, como dice Jota Mario, sino que entendieron sencillamente el proceso místico de Gonzalo; ese encuentro real con el absoluto que lo lleva a escribir cosas tan profundas como “Fuego en el Altar”, “Adangelios” y “Retorno a Cristo”. Estos textos no son (como mucha gente piensa) reflexiones pías de un convertido al Cristianismo, sino el resultado de una vida dialéctica que le permitió pasar “de La Nada al Todo”. La finalización de esta búsqueda me permite comparar a Gonzalo también con el conocido “Diógenes el Cínico” quien con una linterna en sus manos y en pleno día gritaba por las plazas públicas “Busco a un Hombre Auténtico”. Gonzalo Arango entonces buscando esta misma autenticidad se encontró a sí mismo y en el amor a Angelita encontró a Dios.

“… y me encontré a mi mismo. Todo el misticismo de mi vida. Todo mi conato por el poder, por la fama, por remediar el dolor humano, esa era ya mi penúltima fe, el amor, de que hablaba en 1973. Pensé entonces en mis queridos amigos los dinamiteros, los guerrilleros, los posesos, las prostitutas y escribí para ellos “providencia”. Ahora me acerco más al hombre y a Dios”[5].

Ocasos…

Andrés Caicedo habiendo vivido intensamente cada presente, decide suicidarse a sus 25 años, justo en el día que recibe el primer ejemplar de “Que Viva la Música”. Guillermo, interpreta su muerte de manera heroica pues cuando todo por lo que Andrés había luchado estaba a punto de salir a la luz pública, Andrés toma la decisión de cumplir su palabra tomándose 60 pastas y partiendo al viaje sin retorno. ¿Murió con la mano en la herida? O esto es a lo Sócrates una “Muerte Coherente”...

…Gonzalo Arango que estaba distanciado de sus compañeros Nadaístas, logra reunirse y reconciliarse con todos ellos en Bogota; luego viajando a Villa de Leyva muere en un aparatoso accidente en gachanzipá. ¿Murió traicionando sus inicios anárquicos y que vendían más? O justo en su “coloquio con el Absoluto”...

Como juzgar sus vidas y muertes; ¿la tradición moral y ética nos servirá de algo?

Indiscutiblemente si decimos que estas fueron vidas éticas y ascéticas seremos juzgados por la moral. ¿Será que la ética es subjetiva?, o, no podremos entender la profundidad de sus angustias… o, ¿será que la hemos subjetivizado para nuestro propio bien logrando juzgar vidas desde nuestra conveniencia y mediocridad?

¡… pobre Andrés Caicedo; no te entendiste (ieron)… pobre Gonzalo Arango; no te entendieron (imos)!

( Este articulo fue tomado de http://aportesxilefilos.blogspot.com/2009/04/de-la-musica-interior-al-todoismo.html)

(Xiléfilo)

[1] Caicedo Andrés; Que viva la música, Editorial Victor Hugo, Pg. 185
[2] Caicedo Andrés; Que viva la música, Editorial Victor Hugo, Pg. 185 Idem
[3] Caicedo Andrés; Que viva la música, Editorial Victor Hugo, Pg. 185 – 186 Ibid.
[4] ARANGO Gonzalo, TODO ES MIO EN EL SENTIDO EN QUE NADA ME PERTENECE, Ed Plaza y Janes. 1991, Pg, 157
[5] Cf. Entrevista a Gonzalo Arango, Magazín dominical, Sanin Jaime, Octubre 3 de 1976(Biblioteca, Luis Ángel Arango

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