Esa vida que me da la vida...

Brota de su pecho redondo
un canto sonoro. Manantial
tranquilo de coral
se desliza dibujando
el contorno inquieto
y apesumbrado de mí tacto,
sosegado por tú exhalación,
dorada canción,
hecha de aire fecundo
y rítmico, delineando
en el espacio vacío
el baile de la vida,
de esa vida que me da la vida
y la alimenta con profunda
ternura y dulzura
a través de de los brillantes
titilantes de su rostro.
Señales fulgurantes
esconden un inevitable destino
tenebroso y clandestino.
Secreto celestino
me colma de temblor,
me llena de temor.
Me transporta al lugar
donde abunda la angustia.
Me envía el lugar
donde abunda el horror.
La terrible angustia
el terrible horror
de que te ausentes
de que te desvanezcas,
de mis ojos contemplativos.
Y sentir ajeno su cuerpo
a mis sólidos dedos,
sentir para siempre lejos
el palpitar rojo de sus besos.
Descubrir árido al manantial
sereno en las palmas
de mi cuerpo encerrado en llamas.
Palpar con tristeza asfixiada
la ausencia de la vida,
de esa vida que me da la vida.

CENTELLA DE LA COMPOSTELLA