lunes, 16 de junio de 2008

Escritos TODOISTAS

LAS HAZAÑAS DE NOIR MORIARTY
Por Khalil Durán
Ahí, sentado en el retrete de su habitación, Abrecht Nicholson sabía lo que tenía que hacer.-¿Qué pasó? -preguntó la señora Nicholson asustada-¿Qué fue ese ruido?-Voy a mirar-contestó Francis, el padre de Abrecht.-¿Qué pasó?- volvió a preguntar la madre tras el largo silencio del señor Nicholson.-Ha muerto-dijo con la voz entrecortada, llena de espanto-, ¡por Dios! ¡está muerto!
De los muchos sucesos extraños que ejercitaron la atrevida paranoia de Abrecht, ninguno tan misterioso -tan austeramente misterioso- como la triste serie de hechos de sangre que culminaron ese día en el baño de su habitación. En verdad que Abrecht Nicholson no logró impedir el último hecho, pero es indiscutible que lo previó... y quizá lo buscó.
La conversación de esa noche fue particular.
-Preparé puré de papa- dijo sonriendo, sabiendo que era uno de los platos preferidos de Abrecht.
El contestó, con otra sonrisa , mientras la abrazaba. Pensó, en cuanto se había acostumbrado a ella, a sus conversaciones y comentarios.
Hablando una ves su novia terminó la frase que el había comenzado, -se ha acostumbrado tanto a mi pensar que ya piensa parecido-se dijo-. Luego reflexionó un poco más, una idea cruzó rauda por su mente, quizá era él el que había aprendido a comunicarse de la forma que lo hacía Marine.
Esos momentos en casa de Marine, eran los únicos que lo hacían olvidar sus premunisiones, se olvidaba de todo y parecía otra vez un ingenuo muchacho sentado viendo la chimenea.
En sus brazos, marine se estremeció.
-Amor-dijo-, estoy enferma, lo sabes, la muerte ya hace un tiempo me visita.
-No digas eso-dijo calmado-, aun tenemos tanto por vivir.
-Abrecth, ella esta aquí. Viene por mi.
Al mirarla, Abrecth sabía que había verdad en su rostro pero aunque sabia de qué se trataba no podía entender totalmente lo que pasaba.
-¿Ya es la hora?-preguntó Marine, mirando a la sala, que estaba totalmente vacía.
De pronto, otro estremecimiento, esta vez brutal, pereció destemplarle los huesos.
Ahora que Abrecht comenzaba a sentirse acompañado venia la muerte y sin esperas se llevaba a lo que mas quería, vio como lentamente se fue yendo su novia mientras convulsionaba y gemía de dolor.
- sufres mucho?-pregunto totalmente conmovido.
- Tanto-contestó, abriendo los ojos- que se me parte el pecho en cada suspiro.
Esas fueron las ultimas palabras que escucho de su novia. Vio como los ojos se le ponían rojos, inyectados de sangre, sangre que se amotinaba en su cabeza, y observó como lentamente su mirada se perdía y su cuerpo ofrecía menos resistencia. Quiso decirle algo antes de que partiera, pero seria una empresa vana. Las palabras son innecesarias-se dijo-, hay dolores indecibles, inabarcables. La palabra, el lenguaje, no basta.
La idea del suicidio, desterrada por la presencia y el amor de Marine, vino entonces a colocarse como un fantasma al lado del cadá­ver de ésta.
Si pudiera morir iría adonde ella va-pensó-, y volvería a encontrarle seguramente.
Partió de la casa de Marine, sin decir nada a nadie, lleno de un dolor tal que no permitía siquiera la mas remota representación de sufrimiento.
Caminó por las negras calles, mirando al suelo, rumbo a su casa. A mitad de camino lo asalto una dama vestida de negro.
-Ya te he visto hoy-le dijo-, pero frente a tu novia no era lugar para presentarme.
Era una mujer algo vieja pero agraciada. Lo miró a la cara, su rostro era informe, liso, claro, tan claro que un escalofrío recorrió su espalda esparciendoce luego por todo el cuerpo como una combulción involuntaria, una voz que procedía de lo que parecía ninguna parte declaro:
-Recuérdame, te anuncio tu muerte ahora para que tu alma tome el camino.Te visitaré a la media noche. Hoy ya he estado a tu lado pero no me has visto.
Alguna ves leyó en un libro una historia africana que decía que el alma humada es doble, una pesada y otra ligera, la ligera aveces se escapa cuando soñamos o tenemos un instante pleno de inspiración, es ella quien trae las ideas que tanto buscamos, la pesada solo abandona el cuerpo a la hora de la muerte. Dicen ellos que unos tres años antes de morir, el alma ligera abandona el cuerpo y se pierde definitivamente, en su misión de buscar el profundo abismo, o la ultima cumbre...dependiendo de lo que ella encuentre es el destino del alma. En ese momento al escuchar la sentencia de la muerte, le pareció que tres años era una forma de definir lo indefinible. En los terrenos de la eternidad, bien tres años, pueden ser tres meses, tres días, un instante. El alma ligera viene a la hora de la muerte y guía al alma pesada a su destino.
Al voltear la cara, vio tras de si pasos que no lo seguían, el ritmo era idéntico al suyo, pero estos se volvían y alejaban cada vez mas con la niebla. No pudo contener mas la curiosidad y volteó, una figura idéntica a la suya, un poco mas lúgubre, seguía de cerca a aquella vieja que había prometido visitarlo.
Esa noche, al llegar a su casa, saludó a su madre, que sostenía en sus manos una bandeja con galletas y se acercó a la mesa del teléfono, lo desconectó, con sutileza, midiendo sus movimientos. Tomó una galleta y subió a la habitación, justo frente a las puerta de su dormitorio se paró, miró a un costado y vio sentado viendo televisión a su padre, le hizo una seña señalando su frente, a la que el padre repuso de idéntica manera, tomó la perilla de la habitación, la giró y entró.Se sentó ciertamente aturdido sobre la cama, aturdido como se encuentran aquellos que no distinguen con claridad esa diferencia entre lo real y lo ficticio. Cerró los ojos pero no durmió. Se levantó algo espantado y caminó hasta el corredor.
Entró al estudio, se enfrentó con una repisa llena de libros, miró uno rojo que decía Las aventuras de Noir moriarty, y recordó ese día cálido de marzo en que pasando por la entrada vio a su padre de espaldas poniendo una llave en su interior, lo tomó, sintió un poder, quizás una fortaleza que antes no había tenido, en su mente ya solo había resolución, apoyada por la desesperación, como suele acontecer a los cobardes, pero al fin y al cabo resolución. Examinó el escritorio, se recostó en el asiento y fijó su mirada en un pequeño cajón en la parte inferior izquierda, lo abrió…lo que encontraría allí seria la solución a sus problemas, seria la herramienta que daría fin a sus sufrimientos y por fin daría punto final a su destino. Destino que conocía él desde que fue a visitar con sus amigos del barrio ,cuando tenia 13 años, a los gitanos que se albergaban en las postrimeras de Avon. Una adivina le confesó que su vida seria corta y tormentosa, y con un poco de lástima le dijo que no podía darle mas detalles.
La muerte ocupaba con frecuencias sus pensamientos, por eso tal vez era lúgubre e insensible, sabia que al fin y al cabo todo terminaría mal, si una cosa estimulaba creatividad y los buenos pensamientos en el hombre, es esa sensación de creer que al cruzar la esquina siguiente uno se encontrara con algo hermoso que le cambiará la vida. Para Abecht, esa ilusión se centraba en esperar cuando se le proclamaría abiertamente su muerte. Siempre fue muy supersticioso, cuando niño se salvo varias veces de morir, una vez en un paseo del colegio al bosque rechazo la oferta de un amigo de internarse en el río, su amigo, murió ahogado; otra vez una camioneta casi lo arrolla, sus visiones parecían avisarle de improviso de peligros inminentes.
Entró a la habitación, de las sombras salió una forma femenina, algo vieja, sí, la reconoció, la mujer que le había cerrado el paso camino a la casa.-Con que puntualidad cumples tu cita-dijo mirando al suelo, resignado.-Sí, no doy prorrogas-contestó la mujer, impasible.Entró al baño y se miró en el espejo, al fondo la mujer permanecía inmóvil. Sonrió, como entendiendo la totalidad de su situación, entonces sintió a su lado a aquella mujer.Ya viene tu alma viajera, dijo ella. El tiempo terminó.
Espera, sólo deseo saber una cosa antes de irme, ¿cómo es tu nombre?
-No espero. pero para ti-dijo firmemente- soy Noir Moriarty. Tu negra muerte.
Se templó firmemente a un costado y le tomó el rostro.
Abrecht, se sentó en el retrete, miró a la ventana, y en medio de la oscuridad vio acercarse a una sombre de él mismo, cada ves más cerca, hasta que tuvo a un espectro idéntico a él justo en frente. Una parte de su alma y la muerte aguardaban imperturbables, en lo que parecía ser el final natural de una obra teatral.
El joven sostenía una pequeña pistola...no había vuelta a atrás

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